El anarcocapitalismo aboga por la abolición de los estados centralizados y la primacía de la propiedad privada y los acuerdos contractuales en el sistema económico.
Los anarcocapitalistas creen que el estado tal como se concibe actualmente es un impedimento para el desarrollo de una sociedad «libre», y que la existencia de estados en las sociedades capitalistas resulta en un sistema de coerción.
Esta filosofía política sostiene que el libre mercado es la piedra angular de una sociedad verdaderamente libre, y que las personas deben tener la libertad de comprometerse entre sí a través de acuerdos contractuales, más allá del control o supervisión del estado.
En lugar de que el estado manejara la ejecución de los contratos y la resolución de quejas, las agencias privadas que compiten en un mercado libre se harían cargo.
Los anarcocapitalistas creen que los medios de producción deben ser de propiedad privada y que el trabajo y las mercancías deben organizarse mediante el sistema de trabajo asalariado.
El concepto de «apropiación original» permite a cualquier individuo reclamar un derecho absoluto de propiedad sobre cualquier recurso que no haya sido utilizado previamente. La «autopropiedad» es otro principio importante, y esto se refiere al derecho absoluto de un individuo sobre su propio cuerpo.
Muchos anarcocapitalistas consideran que las tecnologías descentralizadas basadas en blockchain son un medio por el cual los problemas prácticos del anarcocapitalismo pueden resolverse.
Afirman que los servicios descentralizados brindan una alternativa a las funciones burocráticas del estado, particularmente al proporcionar registros inmutables y públicamente disponibles de identidad y obligaciones contractuales (estas últimas mediante el uso de contratos inteligentes).
Ha habido experimentos a pequeña escala en la creación de comunidades reales organizadas según principios anarcocapitalistas. El más notable de ellos es Liberstad, una ciudad-sociedad privada en Noruega que se fundó en 2015.
