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Un país en declive demográfico
Italia se enfrenta a una crisis demográfica sin precedentes, con una tasa de natalidad en constante disminución. Según el 58º informe del censo, desde el año 2000, el número de nacimientos se ha reducido en unos 200 000 al año, lo que supone un descenso del 34,1% en quince años.
Este fenómeno se ve agravado por la disminución de la población femenina en edad fértil, que se ha reducido en 2,3 millones, es decir, un 16,6%. La combinación de estos factores sugiere que el proceso de natalidad está destinado a continuar, creando una espiral negativa para el futuro demográfico del país
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Las consecuencias de una tasa de natalidad
Uno de los efectos más preocupantes de la natalidad es la concentración de las herencias. Las familias de la «generación silenciosa» y del baby boom representan actualmente el 58,3% de la riqueza neta de las familias italianas.
Esto conduce a una reducción del número de herederos y, en consecuencia, a una mayor concentración de la riqueza. La perspectiva de recibir una herencia podría influir en las elecciones de vida de los jóvenes y llevarlos a una menor propensión al riesgo empresarial, como se destaca en el informe
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Un aumento de la pobreza
Paralelamente a la crisis demográfica, Italia se enfrenta a un aumento de la pobreza. Durante los últimos veinte años, la renta bruta disponible per cápita ha caído un 7,0% en términos reales. Además, la riqueza neta per cápita ha caído un 5,5% en la última década.
Estos datos muestran que el 85,5% de los italianos perciben una creciente dificultad para mejorar su posición social. La pobreza no es solo un problema económico, sino que también tiene importantes repercusiones sociales y psicológicas
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La emigración juvenil y un futuro incierto
Otro factor que contribuye a esta crisis es la emigración juvenil. En los últimos años, unos 352 000 jóvenes de entre 25 y 34 años han abandonado Italia, de los cuales más de 132 000 se han graduado. Este fenómeno no solo reduce aún más la población activa, sino que también empobrece al país en cuanto a talentos y habilidades. La fuga de cerebros representa un desafío importante para el futuro económico y social de Italia, y hace que sea aún más difícil invertir la tendencia de la tasa de natalidad y
la pobreza.